AUTORETRATO SOBRE UN ESPEJO CURVO

 


Exposición en el taller de Autoretrato de Noelia García Banderas.



AUTORETRATO SOBRE UN ESPEJO CURVO

Cuando realizas un autoretrato sobre un espejo curvo, la imagen que devuelve no es nítida, está llena de curvas, de altos y de bajos.

Con veintitantos años aún no era consciente de la intención de ese autoretrato, aquello nació de la experimentación, de la búsqueda, de intentar llegar a un sitio que no fuese nítido, pero que devolviese una imagen nítida de la intención para atrapar la mirada.

En esos años nos debatíamos entre cual de los muchos caminos que encontrábamos para andar, elegiríamos. Hoy con el paso el tiempo entendemos mejor esas búsquedas, al menos eso intentamos, entendernos a nosotros mismos,  con nuestros miedos, con nuestras certezas, con nuestras dudas, intentamos conocer qué lugar transitar.

El autoretrato de mis veintitantos años, fue sanador, no solo por él, si no por todas las fotografías que realizaba y el tiempo que dedicaba a mirar y comprender, el autoretrato solo es la definición de todo el proceso de búsqueda.

Treinta y tantos años después enfrento mi autoretrato actual al autoretrato joven, se denotan cambios, cambios en mi apariencia, los más notables, ausencia de pelo, arrugas, madurez, la barba blanca, otros en cambio no son tan evidentes pero no por ello menos ciertos.

Alguno de estos cambios son mostrados por la propia fotografía sin que yo los haya dispuesto, otros son intervenidos para reflejar mi estado consciente actual. No desvelaré cuales son conscientes y cuales no. Algunos de ellos son:

La mirada es directa a la cámara, ahora sujeto yo el espejo, este espejo no es gratuito, es de la época del primer autoretrato, ahora aparezco desnudo, hay marcas y trazos que desdibujan la imagen y que significan un estado.

Pero esta transición no ha terminado, aún hay apósitos que colocar, heridas que curar, a la vez que heridas de otros que necesitan ayuda. El conocimiento, la observación, la curiosidad, aún están y siguen con necesidad de alimento para poder llegar a hacer el próximo autoretrato.

Hay una larga trayectoria entre las dos tomas, hay una parte de mi vida dedicada a la fotografía, de la cuerda que unen estas dos imágenes  cuelgan las alegrías, las penas, las tristezas, el conocimiento, el sosiego, la  aventura y sobre todo ese ansia de compartir.

Me reconozco en los dos autoretratos, ayudan a tomar conciencia de mi evolución, buena o mala, arriba o abajo, pero al fin y al cabo una evolución para no desaparecer.

Lo define son sumo gusto Italo Calvino en su libro “Las Ciudades invisibles” y dice así:

 “Obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora languideció, se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado.


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